Jóvenes apuestan a la vida en la chacra con prácticas sustentables en viejos y nuevos yerbales
Tras la experiencia de vivir en centros urbanos, los jóvenes Bruno Wojtowicz y Paulo Melzer decidieron volver a chacra y trabajar con la yerba mate, recuperando viejas plantaciones y habilitando nuevas con prácticas sustentables, tareas que realizan con el respaldo del Servicio de Extensión Yerbatero del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM).
Bruno Wojtowicz tiene 25 años. Es la cuarta generación de familia productora de yerba mate. Sus bisabuelos llegaron desde Europa, se radicaron en Los Helechos, zona centro de Misiones, y dieron forma a al yerbal que hoy, 80 años después, sigue dando hojas.
“Estos lotes fueron plantados por mi bisabuelo, siempre productores de yerba, estuvieron abandonados durante 30 y 35 años aproximadamente, y con mis viejos tomamos la decisión de recuperarlos y habilitar otros lotes nuevos, siempre con la idea de que sean sustentables, dejando barreras de árboles nativos para el cuidado para las épocas de sequía, de granizo, y lluvias fuertes”, contó el joven agricultor. Son 22 hectáreas de viejo yerbal con un rendimiento promedio de 4 a 5 mil Kg/ha yerba, y otras de cuatro años con un rendimiento promedio de 8 mil Kg/ha yerba.
Wojtowicz recordó que “antes se trabajaba de forma tradicional dejando a exposición del clima el yerbal completo, y nosotros hace tres años decidimos un manejo diferente”. Relató que “en el año 2020 una granizada bajó el 80 por ciento de la producción, y en ese mismo lote donde había una experiencia de prueba de dejar árboles nativos, el granizo no hizo prácticamente nada. Es decir, vimos claramente que las cubiertas de árboles resguardan muchísimo a las plantas de yerba mate, y entonces decidimos de cero, con esa base, en todos los lotes”.
Actualmente, continuó, “estamos con poda de formación, implantando especie nativas, con lapacho, timbo, tratando de hacer barreras vivas dejando cortinas y espacios de monte nativo, y árboles esporádicamente en los lotes de yerba mate; cuidando el suelo, y dejando herbicidas y la verdad es que nos está dando muy buenos resultados”.
La ingeniera Vanesa Ortega, del SEY del INYM, detalló que Bruno integra las jornadas de capacitación que se vienen desarrollando, juntos a otros productores, desde el 2021.” Eso atrajo su interés de cambiar el uso de suelo, de planta y del ambiente que venía realizando. Lo primero que se hizo fue un estudio físico y químico y un plan de recuperación del suelo. Se trabajó lo que es poda de formación, siempre dejando ramas laterales que cubran el suelo, dejando buena cobertura para que no nos quede una planta muy descubierta y expuesta al sol, y también se trabajó el manejo de cubiertas verdes, con poroto sable y se maneja cubierta natural”, especificó.
Orgulloso de su historia y de su trabajo, Wojtowicz manifestó: “Siento como una herencia familiar el seguir en el rubro yerbatero. Mis bisabuelos arrancaron de cero e incluso tuvimos un secadero acá. Soy la cuarta generación. Me gusta la tierra, la producción, y ver el resultado de estas nuevas prácticas”.
Muy cerca, en Colonia Guaraní, Paulo Melzer, de 30 años, protagoniza una historia similar. “Pasamos una época fea donde no había trabajo para todos. Fui al pueblo a trabajar y cuando se enfermó mi papá, en el 2018, volví para ayudarlo y empecé a plantar para mí, vi que había rendimiento y en el 2020 fuimos por más, arrancamos más fuerte”, recordó.
Melzer está en plena tarea de recuperación de 7 (siete) hectáreas de yerba mate que fueron plantadas por sus padres y cultivando otras 5 (cinco) hectáreas de yerbales implantados por él hace 4 (cuatro) años que han recibido las primeras podas de formación. “Con papá la tierra tenía que estar totalmente LIMPIA, sin capuera, sin pasto, le pasaba herbicida, y la lluvia fue arrastrando, llevando lo mejor de la tierra, se fue degradado, y la yerba en vez de crecer, se iba menos”, describió. “Todo eso está cambiando: ahora se está usando poco herbicida, mucha macheteada, algo de fertilizante, y está quedando mejor que antes”, agregó.
Paulo “está abocado a recuperar el viejo yerbal que fue manejado anteriormente con prácticas que promovieron la degradación del suelo principalmente en tareas de descompactación y manejo de cubiertas verdes y a la par trabaja lotes que plantó en pandemia, siguiendo las recientes recomendaciones en manejo de cubiertas y cuidados del suelo, trabajando en buscar respuestas por ejemplo a la mortandad de plantas que se dan en algunos lotes e implementando por voluntad propia la plantación de otros árboles en los lotes buscando un estrato arbóreo de cobertura”, destacó Marcos Kubiszen, del SEY del INYM.
A modo de balance, el joven productor yerbatero expresó que “en el pueblo se trabaja, llega fin de mes y tenés la plata. En la chacra es distinto, hay que saber organizarse, cobras una vez y hay que manejarse para llegar a la otra cosecha, pero conviene venir a la chacra”.