Joaquín, el mejor de las escuelas agrarias, estudia con apoyo del INYM
El joven tiene metas claras: mientras termina los estudios, colabora en la producción y cosecha de yerba mate y proyecta recibirse como farmacéutico para volver a la chacra.
Joaquín Rodríguez de Olivera ya fue reconocido dos veces con el mejor promedio de las escuelas secundarias agrarias de Misiones y sabe cuál es su vocación, tiene metas claras para su vida. Mientras termina los estudios, colabora en la producción y cosecha de yerba mate y proyecta recibirse como farmacéutico para volver a la chacra, a su Andresito natal.
Este joven rural cursa en la Escuela de la Familia Agrícola (EFA) Santa María Goretti 0704, Comandante Andresito. Durante el 4 to y el actual 5 to año, recibió el apoyo de la beca que el Instituto brinda a hijos de trabajadores de la yerba mate, y en ambos períodos obtuvo el mejor promedio provincial (con 9,97 puntos en el 2020) en la categoría EFAs o Agrotécnicas, sumando una beca más, duplicando el apoyo económico para estudiar.
Dedicación y esmero
La dedicación y el esmero que demuestra en su estudio se hacer notar también en la chacra ubicada en Paraje Deseado, donde trabaja junto a sus padres Celia Becker y Marcelo Rodríguez de Olivera, en la actividad principal que es la producción de hoja verde de yerba mate.
“Hasta fines del año 2018 contábamos con 5 hectáreas de yerba y producíamos ganado vacuno, pero como la chacra es chica y con muchas pendientes, la ganadería estaba limitada y no se lograba cubrir los costos de inversión, por lo cual tuvimos que deshacernos de ella; las partes más parejas de los potreros fueron cubiertas con nuevos cultivos de yerba mate, y las de difícil acceso se dejó para reservas forestales”, contó el joven.
Todo, desde el plantín hasta la cosecha de yerba mate, se realiza en familia.”En la huerta armamos un vivero de mudas de yerba; con mi papá nos encargamos de plantar y limpiar el yerbal, y como este año no tuve clases presenciales por la pandemia, hubo tiempo para colaborar también en la cosecha”, agregó.
En la casa de Joaquín, la jornada laboral comienza muy temprano y muchas veces se extiende también a sábado y domingos, tal como narró:
“En nuestra rutina diaria siempre intentamos aprovechar la mayor cantidad de tiempo posible. Mis padres son docentes y trabajan en 2 escuelas: una que está a 5 kilómetros y la otra a 1 kilómetro de mi casa. Para todos, el día comienza a las 5 horas, con un buen mate antes de salir a cumplir con nuestras obligaciones.
Yo, si no estoy en la EFA, que tiene un sistema de alternancia, me dedico a la chacra hasta el mediodía y por la tarde realizo los trabajos prácticos del colegio. Mi papá vuelve de la escuela a las 17 horas y trabaja en la chacra hasta la noche, y mi mamá, además de las tareas habituales del hogar, se ocupa del vivero de yerba. Por la falta de tiempo, se aprovecha el fin de semana para terminar actividades pendientes”.
“Pero con tantas actividades, ¿en qué momento estudias en tiempo de exámenes?”, preguntamos a Joaquín. “Me gusta hacerlo por la mañana, preferentemente desde las 5 cuando no hay ruidos y la mente está descansada”, respondió.
Para Joaquín “todas las materias que se estudian en el colegio tienen cierta importancia para la vida”, pero hay una en particular, que conoció al cursar el 4to año, que le resulta más atractiva: Química.
“El año pasado se incorporaron nuevas materias y la que más me llamó la atención fue Química, que es la que más me interesa y me hizo cambiar de idea sobre qué profesión seguir; ahora quiero ser farmacéutico y si todo va bien, comienzo a cursar la carrera el año que viene en la Universidad Nacional de Misiones”, indicó.
Dentro de algunos años pretendo estar cumpliendo esa profesión y si es posible, me gustaría tener una chacra, pensando en la tranquilidad que brinda ese lugar”, adelantó, definiendo cómo quiere sus próximos años: cerca de la tierra que lo vio crecer.
Formación y arraigo rural
Satisfacción. Con esta palabra, Jonás Petterson, director por la Producción en el INYM, resumió el alcance de las becas Estudiando con el Mate que la Institución brinda a hijos de trabajadores del sector.
“La historia de Joaquín y también la de Carolina, que conocimos hace algunos días, quien se recibió de Ingeniera Química y hoy trabaja en una cooperativa yerbatera, nos muestran claramente que las becas son fundamentales, porque son un soporte económico importante para que puedan cursar la secundaria y hacer una carrera universitaria”, dijo Petterson.
“Pero además se está cumpliendo otro de los grandes objetivos: hay formación académica y hay arraigo, los jóvenes se quedan en las chacras y vuelcan sus conocimientos en beneficio del sector yerbatero”, celebró el dirigente agrario.
Las becas que otorga el INYM son para hijos de trabajadores del sector que estudien en escuelas con orientación agraria o carreras universitarias afines. Son anuales y contemplan como requisito la incorporación de un proyecto de investigación vinculado a la yerba mate. En este 2020, un total de 239 jóvenes estudian en la secundaria y otros 42 cursan carreras universitarias con el apoyo de la institución yerbatera.
“Personalmente, me siento orgulloso y me llena de satisfacción saber que los chicos pueden estudiar con el respaldo del INYM; es una forma de contribuir no sólo a los trabajadores del sector, sino también a toda la sociedad, ya que hablamos de capacitación y formación de recursos humanos, de formación académica y de arraigo rural”, concluyó Petterson.