Maní forrajero para fijar nitrógeno y mejorar la fertilidad del suelo de los yerbales
Fija nitrógeno, evita la erosión, no permite el crecimiento de malezas y mitiga el calor intenso del verano.
El maní forrajero (Arachis pintoi) contribuye a la fertilidad del suelo porque fija nitrógeno, evita la erosión, no permite el crecimiento de otras herbáceas “malezas”, y mitiga el daño que provocan las altas temperaturas en verano. Resultado: aumento de hoja verde.
Así lo resume Pablo Herrera, el técnico del Servicio de Extensión Yerbatero del INYM, quien trabaja para extender la cubierta verde con maní forrajero en la chacra del productor José Zubzuk en Colonia Guaraní.
Es una planta perrenne, de crecimiento rápido trastrero, de 24 a 40 centímetros de alto, que brota en primavera y verano, y se seca con las primeras heladas, pero vuelve a brotar con las altas temperaturas y lluvias”, detalló el técnico.
Nativa de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, se propaga por semillas o estolones, adaptándose a diferentes condiciones: mucha agua o sequía prolongada, al sol o a la sombra.
“Tiene la particularidad además de que en tiempo de cosecha de yerba mate, se seca y se aplasta dejando el lote limpio para que los cosecheros entren a trabajar sin dificultad”, agregó Herrera.
El maní forrajero “es más eficiente en la fijación de nitrógeno que la cubierta verde espontánea, tiene una relación carbono - nitrógeno más baja y eso con el tiempo beneficia a la yerba mate, ya que es como tener un pequeño gotero de urea en el yerbal”, enfatizó Herrera. Pero además, continuó, “es muy notable su aporte en cuanto a la protección contra la erosión y la insolación”.
En la chacra de Zubzuk, Herrera midió la temperatura del suelo en el lote de yerba mate que tiene maní forrajero y en otro lote desprovisto de cubierta verde.
“Pude comprobar que el suelo desnudo mide 42 grados centígrados, y el suelo con maní forrajero mide ente 24 y 26 grados centígrados, lo que es muy positivo porque beneficia a las raíces, al cultivo en sí”, reveló.