Luciana Agripina Rodríguez, 61 años de edad, cinco hijos y 12 nietos. Desde muy joven se dedica a la tarefa, después de dejar San Javier, donde cortaba caña de azúcar, y radicarse, junto a sus padres, en Concepción de la Sierra. Desde entonces, todo en su vida gira en torno a la yerba mate.

En tiempos de zafra, la jornada comienza tempranito, a las 4 de la mañana, con un rico mate y se extiende hasta las 17 horas en el yerbal.

“Me gusta madrugar, ir con el carayá (comida que se elaboró el día anterior) a tarefear y volver con algunos raidos hechos porque sé que tengo mi moneda”, relata la mujer mientras cocina el poroto negro que va a compartir con sus hijos Daniel y Soledad y su yerno -también de nombre Daniel-, en la casa de madera que levantaron ellos mismos en el barrio Itatí.

Homenaje en la Fiesta Nacional del Tarefero

Luciana fue homenajeada el sábado en la Fiesta Nacional del Tarefero con una distinción que le entregaron la Municipalidad y el Instituto por “su trayectoria y dedicación, brindando experiencia y compromiso en la tarefa”.

Nuevos tiempos

Al hablar con nosotros, tras agradecer el reconocimiento, hizo notar la falta que le hace el evento “como era antes, cuando se podía ir a bailar”.

Es que este año, por la pandemia de Covid 19, el festival se concretó vía virtual para quienes tienen dispositivos tecnológicos y a través de la radio para tantos otros, como esta tarefera. “Me gusta mucho la Fiesta, me gusta bailar, pero esta vez tuvo que ser escuchando la radio en casa; ojalá pase esta pandemia y vuelva como era antes”, expresó.

Además de la distinción, el INYM apoyó la Fiesta del Tarefero con equipos de mate, y herramientas de trabajo que fueron sorteados entre los cosecheros a través de programas radiales especiales que difundieron Fm Municipal y FM Concepción.

“La Fiesta es un hecho de significancia, es el reconocimiento a la tarea, al esfuerzo que realizan mujeres y hombres todos los años en el yerbal. Nosotros todos los años, a través del gremio UATRE, apoyamos y ahora con el Instituto también”, dijo Rubén Alves, director por Trabajadores Rurales, al tiempo que ponderó la decisión de “rendir homenaje a la mujer tarefera porque es una forma de hacer visible su trabajo, muchas veces olvidado”.

Historia de vida

Luciana tiene toda una vida y toda la familia vinculada a la yerba mate. “Acá todos nos dedicamos a la tarefa; mis hijas María Elena, Mónica Alejandra y Soledad Analía, y los varones César Daniel y Cristian Ramón… Todos, desde el mayor que tiene 37 hasta la menor que tiene 21 años, se criaron en la yerba conmigo”, detalla orgullosa Luciana, al tiempo que comparte un anhelo:

“Siempre me gustó lo que hago y no quiero trabajar de otra cosa, ni de empleada ni de nada… el 23 de junio cumplí 61 años y ahora estoy viendo de conseguir la jubilación, ya me explicaron que necesito un año más de aportes y entonces puedo jubilarme”.

A la pregunta de” ¿cómo está, cómo se siente?”, la respuesta es siempre la misma: “estoy contenta, estoy feliz de la vida”. Actitud, sonrisa permanente y mate en mano, Luciana nos transmite que lo importante es cómo recorremos el camino que elegimos, evidenciando que el reconocimiento a su trayectoria va más allá de su trabajo cotidiano en los yerbales.